jueves, 3 de abril de 2014

¿Las dejamos salir?

Intentó pensar intensamente en que existía para de esa forma olvidarse de que no 
se quedaría aquí para siempre. Pero resultó imposible. En cuanto se 
concentraba en el hecho de que existía, inmediatamente surgía la 
idea del fin de la vida. Lo mismo pasaba a la inversa: cuando había 
conseguido tener una fuerte sensación de que un día desaparecería 
del todo, entendía realmente lo enormemente valiosa que es la 
vida. Era como la cara y la cruz de una moneda, una moneda a la 
que daba vueltas constantemente. Cuanto más grande y nítida se 
veía una de las caras, mayor y más nítida se veía también la otra. 
La vida y la muerte eran como dos caras del mismo asunto.
No se puede tener la sensación de existir sin tener también la 
sensación de tener que morir, pensó. De la misma manera, resulta 
igualmente imposible pensar que uno va a morir, sin pensar al 
mismo tiempo en lo fantástico que es vivir.

Grandes opiniones están silenciadas por labios miedosos. ¿Las dejamos salir?

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